Acoso Moral, el otro Asesinato


Los términos acoso moral, mobbing, bulling, bossing, etc., son las etiquetas modernas de un mal que hemos venido sufriendo los trabajadores y trabajadoras en los últimos años con mucha frecuencia.

El acoso moral en el trabajo o mobbing es un fenómeno bastante antiguo y se lo puede define como "cualquier manifestación de una conducta abusiva y, especialmente, los comportamientos, palabras, gestos y escritos que puedan atentar contra la personalidad, dignidad o integridad física de la persona, o que puedan poner en peligro su empleo o degradar el clima laboral". El mobbing u hostigamiento psicológico consiste en un conjunto de actuaciones que se realizan de forma sutil, sistemática y prolongada en el tiempo y que como consecuencia provocan la destrucción psicológica de la persona.
Se trataría entonces de un terror psicológico en el trabajo que implica una comunicación hostil y amoral, dirigida de manera sistemática por una o diversas personas, casi siempre contra otra que se siente acorralada en una posición defensiva.

Es una manifestación permanente y sublime de una conducta abusiva y especialmente de desgaste psicológico, que incluye comportamientos, palabras, actos, gestos y escritos que puedan atentar contra la personalidad, la dignidad o la integridad física o psíquica de un individuo. Se trata de un fenómeno circular, de una serie de comportamientos deliberados por parte del agresor que están destinados a desencadenar la ansiedad en la víctima, lo que provoca en ella una actitud defensiva que a su vez genera nuevas tensiones.

El acoso moral se puede manifestar con el rechazo a toda comunicación, la falta de consignas o consignas contradictorias, la privación o saturación de trabajo, tareas sin sentido o misiones por debajo de la competencia, degradación del puesto de trabajo, críticas constantes, vejaciones, humillaciones, declaraciones calumniosas, insultos, amenazas, etc.

El acoso moral es una actitud deliberada y sistemática de agresión psicológica, ya sea por afán de destruir (acoso perverso), de forzar una baja o renuncia eludiendo el procedimiento de despido (acoso económico) o, incluso, para crear un marco de fuerte competencia interna en la plantilla para mejorar su productividad (acoso estratégico).

Las víctimas suelen ser personas válidas, éticas y honestas, y por eso mismo vulnerables, y son atacadas por individuos con pocos escrúpulos y bastantes carencias que intentan suplir hostigando y fijando la atención en una víctima expiatoria.

El acoso moral se va realizando a lo largo del tiempo y consiste en prohibir que los compañeros hablen con esa persona, cambiarle sin justificación los horarios de trabajo, asignarle las tareas más degradantes, ocultarle información, hablar mal de él o ella a sus espaldas, criticar su vida personal y familiar, sus creencias religiosas, hacerla parecer estúpida, hacer como si no existiera, ridiculizarla, imitar sus gestos, dar a entender que tiene problemas psicológicos, entre otras muchas agresiones.

Es una violencia indirecta sin marcas ni heridas, con daños psicológicos que pueden ser de por vida. El acoso es una repetición frecuente , intencionada, destructiva, invisible. Un fenómeno de destrucción de otra persona indirectamente, a lo largo del tiempo y frecuentemente. La llevan a cabo individuos perversos narcisistas.

El agresor no considera a la víctima como persona, sino como un mero objeto utilizable a su antojo. Pierde toda consideración y respeto, la rebaja, humilla y responsabiliza de cualquier problema. Intenta aplastarla cuando considera que no es imprescindible o que le molesta. Son individuos perversos cuyo objetivo es llegar al poder a cualquier precio, incluso aplastando a los demás. Ejercen un dominio que paraliza a la víctima dejándola a su merced. Se considera omnipotente, disfruta haciendo sufrir, frustrando y machacando permanentemente. Con lo cual no deja pensar a la víctima para que no llegue a entender su juego destructor.

La víctima cae en su trampa, no por masoquismo o sufridora, sino por que el nivel de perversión es tal que le impide entender este tipo de situaciones. No reacciona antes pues la contradicción seducción-amenazas a la que se ve reiteradamente sometida la sumerge en un mar de dudas.

Las consecuencias para la persona pueden ir desde daños a la salud, insomnio, estrés, ansiedad, depresión, y problemas en el entorno familiar y de amistades.

Las formas en que se lleva a cabo son, generalmente : el descrédito público de la víctima, atribuyéndole sistemáticamente errores, despreciando o criticando su trabajo en presencia de otros compañeros, o comparándolo con otro supuestamente mejor; la critica de aspectos de la personalidad o la vida privada de manera continua; la asignación de funciones sin sentido o por debajo de la cualificación del trabajador; la presión sistemática, etc.

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